Salir a caminar y encontrarnos de lleno con la naturaleza en su estado más puro es uno de los regalos que nos gusta hacernos de vez en cuando. Sobre todo si es en lugares como los cientos de rincones que esconde la geografía de Castilla y León. Esta comunidad, y en especial la provincia de Segovia, está llena de lugares repletos de vida natural, arroyos, árboles, plantas… que nos encanta visitar. Uno de ellos es, sin duda, Las calderas de Cambrones, que tiene todos los ingredientes para convertirse en un verdadero tesoro de la naturaleza. ¿Qué son y cómo llegar a las calderas de Cambrones?
Qué son las calderas de Cambrones
Tranquilos, no es una tienda de ollas ni nada por el estilo. Las calderas de Cambrones son una serie de pozas interconectadas y formadas por el río Cambrones en plena sierra de Guadarrama, muy cerca de la famosa Granja de San Ildefonso.
Se trata de una serie de piscinas naturales —si te atreves a meterte— en un entorno único, lleno de vegetación y verdaderamente aislado del mundo.
Estas calderas están al final de una agradable ruta apta para todas las edades y que solo cuenta con un par de puntos un poco delicados, pero que se pueden salvar con ayuda.

Cómo llegar a las calderas de Cambrones
Uno de los principales problemas —y beneficios— de las calderas de Cambrones es que resulta algo complicado llegar allí la primera vez. No se trata de una ruta especialmente señalada, así que hay que seguir algunos pasos necesarios para darse de lleno con esta maravilla de la naturaleza.
¿Cómo llegar a las calderas de Cambrones? Como hemos dicho, el punto de partida estará en el municipio de La Granja de San Ildefonso, de modo que habrá que llegar hasta allí en coche.
Debes aparcar en la calle Paseo Pocillo, casi al final del pueblo, en una zona de inmensos chalés. Una vez allí, continúa unos metros por el camino arrabal Casa Vacas hasta llegar a una curva muy pronunciada donde se abre un camino de tierra: bienvenido, has comenzado la ruta de las calderas de Cambrones.

Hay que caminar por esa ruta de tierra durante unos 7 u 8 minutos o, lo que es lo mismo, unos 550 metros. Darás de lleno con una portezuela que queda a la izquierda, y donde hay una especie de minipuente de color verde hecho de metal. Hay que cruzarlo y caminar durante otros cuantos minutos.
Al poco tiempo se empieza a escuchar el agua, es un signo de que se va por buen camino. Al poco tiempo la ruta da de lleno con un puentecillo de madera que ya pasa el riachuelo que habremos de seguir hasta las calderas. Hay que cruzar el puente y, al mismo pasarlo, pasar un torno metálico que queda a la derecha.
A partir de ahí, el camino está bastante marcado por las pisadas de anteriores peregrinos y no cuesta seguirlo, sobre todo si se tiene en cuenta que debe ir paralelo al río hasta llegar a una presa o acequia, para la que también habrá que sortear una especie de puerta.
Cada vez más perdidos
Una vez allí, el sendero se aleja del río —aunque siempre lo verás y tendrás que tener como referencia que debes seguirlo en dirección contraria al cauce— para subir un poco la montaña. Es la parte más compleja porque hay unos cuantos caminos que pueden hacer que te pierdas.
Nosotros siempre tenemos como referencia la que llamamos ‘la piedra de Sísifo’, una gran roca que parece estar en equilibrio. Si llegamos a ella al caminar no más de 10 o 15 minutos, vamos por buen camino. Toca continuar por esa senda, que poco a poco irá bajando hasta dar de nuevo de lleno con el río y continuar paralelo a él.

Cuando ya se camina totalmente paralelo al río, llegará un momento en el que no se podrá continuar más: un muro de piedra natural termina con la ruta. ¿Qué hacer entoces? ¡Comienza la verdadera aventura!
Mira a tu derecha: ¿ves una especie de hilera de piedras que sobresale un poco del río? Esa es ‘llave’ que te dará acceso a las calderas de Cambrones. ¡Sí! Hay que cruzar por allí así que casi seguro que te mojarás.
Dependiendo de la época del año, el cauce irá más o menos alto, con lo que cruzar será también más o menos complicado. La última vez que fuimos, como se puede ver en las fotos, el agua cubría todas las piedras. Así que no dudamos en quitarnos los zapatos y cruzar de la forma más segura.
El siguiente paso es seguir la minisenda que hay roca arriba. Esto puede ser algo complicado para niño o personas mayores, por lo que hay que estar atentos en todo momento para prestar toda la ayuda posible.
Una vez salvada la roca, se empieza a ver, abajo a la izquierda, la primera poza. Se trata de la Caldera del Guindo. Esta es ideal para merendar o hacer la primera parada, puesto que cuenta con una pequeña explanada en la que poder tumbarse y disfrutar del sonido del agua.
Si por el contrario sigues adelante, encontrarás la caldera de en medio y la negra. Esas tres son las calderas de Cambrones más visitadas, aunque se puede seguir buscando más y más. Las que están más arriba en épocas de mayor afluencia suelen estar vacías. Sin embargo, el terreno cada vez resulta más complejo y puede resultar algo peligroso.
Una vez que se sabe cómo llegar a las Calderas de Cambrones, las próximas visitas la ruta parece ‘cosa hecha’.
Nuestra experiencia
El paseo de ida y vuelta a las calderas no suele durar más de un par de horas, dependiendo del paso, de modo que es una excursión cada vez que nos pilla con tiempo libre por Segovia. Nuestra recomendación es llevar siempre algo de merienda, un poco de bebida y, sobre todo, bañador, toalla, escarpines y una muda.
Es cierto que las aguas están tan frías que hay que ser muy valiente para meterse. Pero lo cierto es que las primeras veces que fuimos no llevamos bañador y siempre acabábamos arrepentidos por ello.
Sin duda, la excursión a las Calderas de Cambrones es una verdadera delicia y todo el que llega hasta allí queda alucinado con el entorno. Es, de hecho, una de las excursiones a las que más amigos de la zona hemos llevado. Y, para su sorpresa, han descubierto ese tesoro natural a pocos kilómetros de sus casas.

