Visitamos Crisol, la parte más ‘canalla’ del restaurante Alquimia de Valladolid

Visitamos Crisol, la parte más ‘canalla’ del restaurante Alquimia de Valladolid

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Tener que pasar en Valladolid unos cuantos días por trabajo nos dio la oportunidad de hacer un listado de visitas, excursiones y restaurantes que queríamos conocer en la ciudad. Estar en una de las localidades más grandes de Castilla y León nos abría la puerta a interesantes museos, locales originales y rincones únicos. Y nosotros no desaprovechamos la oportunidad. Uno de los restaurantes que figuraba en nuestra lista de pendientes era el Alquimia: fuimos a probar su carta el primer fin de semana de nuestra estancia.

El restaurante Alquimia de Valladolid es uno de los locales más famosos de toda la ciudad. Con un discurso cohesionado desde el nombre hasta la estética, está situado en pleno centro de la ciudad. A tan solo un minuto a pie desde la catedral de Valladolid se encuentra, el visitante, este pequeño local dividido en dos salones: Crisol, el gastrobar y la parte más canalla de la propuesta; y Laboratorio, un salón donde se pueden probar los menús degustación de los cuatro chefs que dirigen los fogones de este proyecto.

En este caso, y debido a que buscábamos algo más informal, optamos por comenzar por el gastrobar y reservar los menús de autor para próximas visitas. Esta fue nuestra experiencia en Crisol, del restaurante Alquimia de Valladolid.

Una sala con un toque informal

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Como el propio concepto adelanta, Crisol está montado para las citas más informales. Un salón con apenas media docena de mesas normales y mesas altas y taburetes nos esperaban. Todo el espacio está decorado con motivos que recuerdan al ambiente de un laboratorio –probetas, fórmulas matemáticas, etc.–. Apenas un par de profesionales de sala bastan para cubrir toda la demanda, y atienden al público con el tono fresco del bar de tapas de toda la vida, pero sin perder ese toque de local gourmet que exige la explicación de los platos y una atención cuidada al detalle.

Debo decir que no me emocionó demasiado la decoración, que me recordaba a una Escape Room más que a un restaurante. Y tampoco disfruté demasiado de una comida larga en una mesa alta y subido a un taburete. Pero esto no enturbia el resultado de la experiencia, que pese a alguna sombra, nos pareció muy, pero que muy interesante.

La comida del restaurante Crisol de Valladolid

El gastrobar Crisol cuenta con un menú de 29 euros llamado Alquimistas viajeros, que permite viajar alrededor del mundo con las propuestas. Lo valoramos, pero para una primera visita decidimos atacar a lo que más nos interesaba de la carta.

De esta manera, decidimos comenzar nuestra experiencia con el Solero de Foie. Se trata de un trampantojo –volveremos a ellos en los postres– que presenta un bocado de Foie y yogurt con chocolate blanco como un clásico helado de palo. Nos pareció un plato original y decidimos darle una oportunidad: ¡Y qué gran acierto! Dulce, salado, sorprendente… No tenemos más que halagos para este primer plato de Crisol.

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Continuamos con la Ostra Gillardeau acevichada y con un pequeño toque de salsa de ají. Rica y planteada de una manera fresca. Nos pareció una versión más discreta que la que tomamos en Víctor Gutiérrez, que fue una verdadera maravilla. Desde luego, la que proponen en Crisol también es para repetir.

Cerramos el capítulo de entrantes con una croquetas dignas de entrar en nuestro ranking de las mejores croquetas de España. En el restaurante Crisol de Valladolid las preparan de Kimchee y son ligeramente picantes. Las croquetas –vienen 4 unidades en la ración– son aéreas y crujientes y, desde luego, no hemos probado nada igual. Solo por esa originalidad merecen ser comentadas.

Algo más contundente

Optamos por compartir dos platos, uno más potente que otro, para probar más cosas de la propuesta que nos hacían ese día en Crisol. Por un lado, aprovechamos que estábamos en temporada de alcachofas para traer a nuestra mesa uno de los platos que figuraba en su capítulo I+D+I, fuera de carta: las alcachofas con boniato y papada.

Quizá este fue el punto más débil de toda la comida. El único plato que nos dejó indiferentes y que no repetiríamos de volver a Crisol: percibimos falta de sal y la crema de boniato apenas se intuía…

Todo lo contrario nos ocurrió con la costilla ibérica lacada al estilo chino. Viene montado en la costilla completa, pero no hay que asustarse: solo con acercar el cuchillo la carne se separa del hueso y se puede desmigar sin problemas. El plato viene acompañado por una salsa y hierbas frescas –nos dijeron que hierbabuena, albahaca y cilantro, pero solo era hierbabuena– y un par de tortas para montar en tacos. Cada torta de taco extra costaba 1,50 euros más.

La hora de los postres de Crisol

El capítulo dulce del restaurante Alquimia Crisol Valladolid viene, según indican en la carta, del Mesón del Cerrato. Son apenas cinco propuestas que, por sus nombres y explicaciones, incitan al comensal a pedirlos todos. Y así lo haremos en nuestras futuras visitas.

De momento, y a estas alturas de la comida –menos mal que el camarero nos advirtió de no pedir más– no teníamos apetito para el postre. Aún así, caímos en la tentación: Tomate. Ese fue el postre que elegimos. De nuevo, como ya avisamos, un trampantojo con la conseguida forma de esta fruta que dentro escondía una suave mousse y una especie de chutney de frutos rojos que nos volvió locos.

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Como hemos dicho, después de esta primera visita –que salió por menos de 60 euros para dos personas–, volveremos. Así que iremos ampliando en este mismo artículo los nuevos platos que probemos. Sin embargo, tan solo esta primera visita sirvió para apuntar el gastrobar Crisol del restaurante Alquimia de Valladolid en la lista de nuestros locales favoritos.

Regresamos a Crisol

Como lo prometido es deuda, regresamos a Crisol la primera semana de junio de 2022. Aprovechamos la visita de un familiar para mostrarle algunos de los mejores platos de nuestra primera visita, pero también ampliamos un poquito más la comanda para probar algunas de las propuestas que salen de la cocina de Álvaro Hinojal y el resto del equipo de Alquimia.

¿Qué probamos en esta segunda ronda en el restaurante Crisol de Valladolid? Comenzamos destacando los baozis de pollo al curry. En esencia son unos panes chinos rellenos y fritos que funcionan muy bien como un entrante para abrir boca.

Sin duda, el punto más interesante de la noche fue el steak tartar sobre su tuétano. Lo sirven con un puntito de picante que es bastante agradable y, sin duda, lo mantecoso del tuétano -del que te puedes servir o no a elección- combina a la perfección con el plato.

De manera adicional, seguimos apostando por los trampantojos del capítulo dulce. En este caso, nos dejamos sorprender por una chocolateada Hamburguesa. Es un postre llamativo, simpático y, sobre todo, que reformula un poco la idea clásica de las tartas de chocolate, ya que se le suman un par de elaboraciones cítricas que juegan muy bien con el resto del plato.

Cerramos esta nueva visita con el Queso mimético, una tarta fresca y muy, pero que muy interesante, que se presenta como una torta del casar (aunque no es para nada tan intensa) y que nos pareció el broche ideal para nuestra segunda visita al restaurante.

Tras dos comidas en Crisol, lo que tenemos claro es que es uno de los locales que más nos han gustado de cuantos hemos probado en Valladolid, y que volveremos, seguro, en cuanto podamos. 

Daniel.R.V

Daniel.R.V

Concibo el viaje como una forma de entender mejor el mundo. Me apasiona
la cultura árabe y siempre estoy dispuesto a hacer las maletas para
viajar a cualquier destino... siempre que se coma bien. Porque descubrir
restaurantes, gastronomías y recetas es otra forma de conocer todos los
rincones del planeta.

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