Nuestro primer viaje tras la pandemia ha sido por Ávila y Toledo. Además de hacer algo de turismo por ambas ciudades hemos aprovechado para probar tantos bares como hemos podido.
Ávila, además de ser una ciudad preciosa, es un regalo para los amantes de la comida. No hay bares ni restaurante que hayamos probado en el que no se coma de lujo.
Noche de tapas en El buen yantar
Nuestra primera noche en la ciudad aprovechamos para dar un paseo. Nos dimos cuenta que Ávila tiene un bar en cada esquina y en cada rincón. Al llegar a la plaza del Mercado Chico decidimos sentarnos a tomar un tinto de verano. Como es habitual en Castilla y León, la bebida va acompañada de una tapa. La lista de tapas era larguísima, las raciones abundantes y con muy buena pinta.
Empezamos tan bien que decidimos quedarnos a cenar. Por lo que pedimos ensalada y una tosta de solomillo de cerdo en salsa de soja. Cuál sería nuestra sorpresa cuando nos preguntaron por el punto del solomillo.
En resumen, pese a que sólo fuimos a tapear nos llevamos una impresión estupenda del sitio y, sin duda, tiene que ser genial para comer. Y nada caro. Aunque esté en pleno centro, es uno de esos bares de Ávila al que van los propios habitantes de la ciudad.
Una comida ‘De cine’
Tras la cena seguimos con el paseo hacia el exterior de las murallas, durante el cual dimos con una terraza llena de lunes y decoración vegetal que nos enamoró. En ella estaba el restaurante ‘De cine’, así que reservamos mesa para comer al día siguiente.
No es un gran restaurante o un mesón típico avilés, su mayor virtud es que ofrece una carta mucho más ligera en un espacio muy agradable.
Aunque los entrantes era más bien normales (destacamos las croquetas caseras, en especial las de queso), la estrella de la carta es la carne.
Nosotros pedimos un Chuletón de Ávila, que no podía estar más sabroso y en su punto. Una delicia que no puedes dejar pasar la oportunidad de probar.
Tarde en una terraza
Después de todo el día haciendo turismo por Ávila, nos apetecía buscar alguna terraza bonita para descansar y tomar algo. Nos recomendaron la terraza del Palacio Sofraga y fue, de nuevo, todo un acierto. (También hemos comido allí y te lo contamos en este artículo).
La terraza está en la entrada del palacio, con una zona de mesas y otra con sofás y sillones, rodeada de un jardincito. Bajo la sombra de los toldos hace una temperatura estupenda pese a ser pleno verano y nos tomamos unos cócteles hechos con fruta natural por unos 8 euros cada uno.
¿Lo mejor? Disfrutamos de una tarde de charla a una excelente temperatura para ser mediados de julio. Tanto es así que alargamos hasta la noche. Uno de los bares de Ávila más interesantes para tomar una copa o un café.
Última cena en Revolutum
Tras el chuletón de Ávila en la comida y el cóctel de por la tarde no teníamos apenas ganas de cenar. Sin embargo, paseando de nuevo por las callejuelas cercanas al hotel dimos con un bar moderno y colorido que nos llamó la atención y decidimos para a picar algo.
Pedimos un par de entrantes y una pizza para compartir, pero cuando llegaron los nachos nos dimos cuenta de que no íbamos a poder ni terminar ese plato.
Tanto los nachos con ternera de Ávila como los fingers de pollo caseros estaban riquísimos y eran platos bastante grandes. La pizza era casera y se nota, riquísima.
Sin duda, Ávila es una ciudad en la que se come de maravilla. No puede faltar un buen chuletón cuando vas a esta ciudad pero, además, el resto de opciones son también estupendas. ¡Nos encantan los bares de Ávila, no lo podemos negar! De hecho, es una de las ciudades que recuerdo en la que mejor hemos comido, y mira que esta escapada nos hemos dedicado a visitar restaurantes.
Si quieres seguir leyendo sobre comidas y restaurantes no te pierdas este artículo sobre nuestra experiencia en el Bohío, el restaurante de Pepe Rodríguez (Masterchef) en Illescas y prefieres seguir descubriendo la maravillas de Ávila te dejamos por aquí este artículo sobre qué ver en dos días en Ávila.
