Qué gusto da comer bien, a precios asequibles y con un trato excepcional por parte del equipo de sala y de cocina. Todo ello lo encontramos en el restaurante Trasto de Valladolid, una creación de Teo Rodríguez que persigue convertirse en uno de los referentes culinarios de la ciudad.
Con dos cartas diferenciadas: una para su exquisito salón y otra para tapear en barra o en terraza, Trasto es un restaurante que llama la atención por una estética que viaja de los platos a la sala: tendencias contemporáneas y sobrias a la vez, una cocina que va hacia otras culturas para regresar al profundo origen de la cocina castellana y un servicio de sala correcto, con el plus de la cercanía poco habitual en estas tierras… Todo ello forma parte de nuestra experiencia en Trasto Valladolid.
Un menú degustación para cualquier momento

La joya de la corona del restaurante Trasto de Teo Rodríguez es el menú degustación. Este, que tiene un precio bastante contenido –50 euros, bebidas aparte– y permite probar algunas de las mejores propuestas del chef. En sala también hay un menú a la carta con dos entrantes, principal y postre por 40 euros.
Cabe destacar que el restaurante también ofrece un menú de tapas para la terraza y la barra que también pinta muy interesante y que, según hemos podido comprobar, es muy popular por los bocados tan originales que llegan a la mesa.
Regresando a la degustación, Teo Rodríguez plantea un menú de unos 10 pases aproximadamente y que, en nuestro caso, respetó el que figuraba en su web, salvando algunas (felices) concesiones al mercado del día.
La del chef es una cocina que apuesta por el sabor, con algún alarde técnico, pero muy asequible para cualquier tipo de comensal. Nosotros salimos bastante satisfechos y con el deseo de regresar a probar el menú de tapas, sin lugar a dudas.
Siguiendo al chef
Abrimos la degustación con la versión de Teo Rodríguez del sandwich club, con base en un pan de vapor relleno, un brioche con anchoa y mantequilla trufada y eclair y paté de pato al jerez. El primero y el último nos parecieron más interesantes que el central, en el que los sabores se difuminaban demasiado por la presencia –excesiva a mi juicio– de la trufa.
Aún así, no podemos ponerle pegas a estos primeros bocados que nos llevaron a algunos platos más contundentes, como el mosaico de salmón con licuado de ensalada. Vistoso y llamativo, de nuevo el salmón quedaba opacado por la intensidad de la sopa fría, que estaba para repelar el plato y pedir otro.


Tras ello vino la primera propuesta del menú que nos hizo abrir los ojos. Hablamos de unos exquisitos espárragos con gazpachuelo y manzana. Este plato nos pareció uno de los más redondos de la degustación, puesto que el equilibrio entre la potencia de la sopa de pescado, la elegancia de las yemas de espárrago y los ácidos de la fruta bailaban muy sincronizados en el paladar.
Otro plato brillante fue el mejillón en escabeche con papada. Mantecoso, ácido, sorprendente y de esos platos que gusta tomar despacio para no acabar pronto. Igual nos ocurrió con la corvina con senderuelas: los cocineros de Teo Rodríguez le dieron un punto exquisito al corte de pescado, y lo acompañaron de una salsa en la que apetece hacer barcos con el pan.
Del plato central, ciervo con parmentier a las finas hierbas, destaco el punto de la carne y, sobre todo, la elegancia y frescura de la parmentier. Con este plato se cerraba el capítulo salado de la comida degustación que nos ofreció el chef de Trasto, dejando paso a los postres.


Tradición y vanguardia


Los postres de Teo Rodríguez aúnan tradición y vanguardia. El chef apostó por ofrecernos versiones renovadas de dos clásicos que forman parte de nuestro recetario tradicional.
Por un lado, tomamos un tocino de cielo con leche helada. Sin duda, un postre para los más aficionados a la azúcar. Ambos coincidimos al pensar que habríamos agradecido un pase más fresco, menos goloso, antes de pasar al segundo postre, que también seguía esta línea.
Se trató de un flan con chantilly de lima, una receta perfecta, pero que apenas pudimos terminar debido al empacho de azúcar. Quizá sería interesante reformular el capítulo de postres y ofrecer un prepostre más ligero, con base de frutas o similar, antes de dejarse llevar por la pasión azucarada.
Y es que, por si fuera poco, Teo Rodríguez marcha unos petit fours que continúan en esa línea: arroz con leche, suso de chocolate y bizcocho. Discretos pero apetecibles y resultones, en especial el arroz con leche.
Todo ello, sumado a la excelente propuesta de bodega del sumiller, que nos propuso probar un Sango, reserva de 2014, de Toro, hacen de nuestro paso por el restaurante Trasto de Valladolid una experiencia notable que recomendamos. Sin duda, es un local que está a la altura de otros de la ciudad como Crisol y Laboratorio de Alquimia, que también nos encanta visitar de vez en cuando.