Conocíamos la Taberna Mediática, un local de estética pop, en su primer enclave, cerca de la plaza del Ayuntamiento de Águilas. Pero nunca habíamos entrado. Este verano nos enteramos de un cambio de ubicación y decidimos conocer el nuevo local y probar su carta. Como nos pasó con el Kabuky, de la misma ciudad costera, nos llamó la atención por ser una propuesta distinta y divertida. En este artículo te contamos qué tal lo pasamos y qué comimos en la Taberna Mediática de Águilas.
Un local muy ‘pop’
Situada en la plaza Asunción Balaguer, una zona también muy céntrica de Águilas, la taberna mediática ha ganado en espacio. Una gran terraza y un espacio interior dividido en dos pequeños salones abrazan toda una estética basada en el cine, el mundo de la prensa y la radio, la televisión…
Es un concepto que se llevan a toda la carta. Y es que, como explican en su web, la vida profesional del propietario, Alfonso, ha estado siempre ligada al periodismo. Cambiar el teclado por los fogones no tenía por qué alejar a este apasionado por la actualidad del mundo de la comunicación. Por eso él y su mujer Victoria tenían claro que el local tenía que girar en torno a esta idea.
Y el resultado es original, divertido y llamativo. «Como en un periódico, su carta estaba dividida en secciones bien definidas bajo el paraguas de una línea editorial bien marcada. El concepto de aunar comida tradicional y ‘callejera’ de calidad funcionó», explican en su página web.
Por eso, en la Taberna Mediática hay ‘Ensaladas de titulares’, sección de ‘Internacional’ y hasta un capítulo de ‘sucesos’. Todo ello, sumado a lo cuidado del espacio, convierte a la Taberna Mediática de Águilas en un local simpático con una cocina ‘de taberna’ contemporánea y al que ir en grupo para celebrar cualquier acontecimiento.
La carta de la Taberna Mediática
Más allá del juego estético y de los nombres, la Taberna Mediática tiene una carta amplia, pensada para compartir y basada en los pequeños bocados. Todo lo que probamos nos pareció correcto, con algunos puntos destacados que no dejaremos de recomendar en este artículo.

Abrimos nuestra cena con las croquetas. No podía ser de otra manera. Las tienen de puchero, de rabo de toro y de morcilla de verano. Probamos las dos primeras. Bastante correctas, especialmente la de rabo de toro, que nos pareció algo más conseguida que la de puchero.
Más bocados: la clásica tosta de sobrasada con miel y queso fresco artesanal, que nunca defrauda y que devoramos a la espera del Toro salvaje. Este plato es una pequeña tosta de steak tartar de ternera con alioli de wasabi. Reconocemos que no es el mejor tartar que hemos probado: nos pareció poco mantecoso y demasiado suave. Aún así, se dejaba comer. También cayeron unas mini burguer de Buey en pan de colores que tenían bastante bien cogido el punto de la carne .
Otro par de bocaditos que hicimos fueron La maja desnuda, que es un montadito de pan de centeno, mermelada de pimiento rojo, queso azul y sardina en aceite. Desde la calidad de la sardina hasta la originalidad de la mezcla, se convirtió en el bocado que, para nosotros, se habría llevado todos los titulares de la jornada.
Y cerramos con el minibocata de calamares, con el que intentan reinventar el clásico madrileño optando por un pan de tinta e calamar y un aderezo a base de tomate y cebolla, además de la clásica mayonesa.

Como postre nos recomendaron tomar la tarta de queso. Parece que la moda de las tartas de queso han llegado a todos los puntos del país y la pedimos sin muchas esperanzas. ¡Error! Estaba riquísima: intensa, untuosa, profunda… La devoramos, aunque recomendaríamos tomarla para compartir pues puede hacerse un poco pesada para una sola persona. Buen broche de oro para un rato agradable y con un ticket medio bastante asequible.
Nos faltó por probar comida un poco más voluminosa, como su selección de burguers, las salchichas gigantes (¡medio metro!) de chato murciano o el entrecot de ternera de Ávila, pero regresaremos pronto para ponerle solución. ¡Larga vida a la prensa!