Águilas es una de las ciudades costeras con mayor encanto de la Región de Murcia. Sin perder ese aire de pueblo marinero, en verano se convierte en una gran ciudad. Destaca por la calidad de sus playas, por ser un espacio en el que no se producen excesivas aglomeraciones… Es nuestro espacio de exilio y el municipio en el que de vez en cuando encontramos sorpresas gastronómicas como el Kabuky Águilas, un soplo de aire fresco en la zona.

En nuestra última semana de descanso en Águilas, buscamos algún restaurante nuevo para disfrutar de propuestas distintas a los arroces marineros y a los locales tradicionales de la zona. En los últimos años, restaurantes, tabernas y bares como la Taberna Mediática o Garum han surgido para revolucionar la gastronomía de la localidad.

Buscando por las redes, dimos con el Kabuky de Águilas, un establecimiento situado en número 58 de la calle Alameda, a las afueras del municipio. Nos llamó la atención la presentación de los platos y decidimos probar. ¿Qué nos pareció? Te contamos nuestra experiencia en el restaurante:

El Rincón de Lucas: Kabuky

Un local sencillo y pequeño, con media docena de mesas, nos recibió. Era otoño y un día de semana, así que a nuestra llegada solo había una mesa. Aunque el local se fue animando y cuando salimos, prácticamente todo el salón interior estaba ocupado.

Un servicio ajustado al ticket medio y una sala discreta se rinden ante la carta, que es el verdadero centro del local. Imaginativa, llena de vida y de color, supone una novedad entre los clásicos locales de la ciudad marítima.

Uno de los puntos que nos llamó la atención es que su cocina parece estar en constante cambio. Solo hemos ido una vez, por lo que no lo hemos experimentado en directo, pero sus redes sociales reflejan casi diariamente pruebas de nuevos sabores, presentaciones y texturas. Así, bocados especiales por fechas como San Valentín o Navidad se cuelan en las propuestas del día.

Algo que demuestra la inquietud de un chef, Lucas Méndez, que tiene la mirada puesta en los sabores orientales, el gusto definido hacia los platos coloridos y con base en la sorpresa.

Nuestra visita al restaurante en Águilas

Fuimos para una cena, así que no pudimos aprovechar para pedir muchas referencias de una carta que nos pareció llamativa, curiosa, divertida y única.

Abrimos boca con unas empanadillas egipcias que nos gustaron bastante. Un pequeño entrante que ya nos permitió intuir por dónde iban a ir los tiros en nuestra velada. María tomó, además, la zamburiña thay, de la que dio buena cuenta y que le pareció muy rica.

Los platos fueron llegando a buen ritmo. El segundo fue una creación del chef llamada queso explosivo. Pese a lo llamativo del nombre, nos pareció el plato más planito y menos logrado de cuantos probamos. Correcto, bien cocinado y presentado, pero poco más.

Mucho más llamativo nos resultó uno de los platos centrales, los noodles con coco, curry y panceta ibérica a baja temperatura, todo aderezado con polvo de palomitas al cajún y kellogs de maíz. Bien equilibrado y sabroso, disfrutamos de un plato generoso hasta que ya no pudimos más.

Cerramos el capítulo de salados con un menos osado medallón de solomillo ibérico con base de cuscús, crema de pimienta y finas hierbas, huevo a 65º y foie. De nuevo, un plato correcto, muy rico, pero quizá excesivo en cantidad y algo seco.

El momento dulce del Kabuky

Una red velvet y una tarta de café asiático fueron las elecciones dulces de nuestra primera visita al Kabuky de Águilas. Poco podemos decir de dos tartas exquisitamente preparadas, sabrosas, dulces y jugosas. Desde luego, un punto y final bastante agradable para una velada que nos ha animado a volver a probar la propuesta de Lucas Méndez en cuando pisemos el suelo de nuestro pueblo de mar favorito.

Este tipo de locales, que suponen una oportunidad de entrar de lleno en la imaginación de cocineros con ganas de apostarlo todo en sus fogones, nos encantan. Nos llevamos un excelente sabor de boca de este Kabuky al que le auguramos un interesante futuro.