Qué gusto da encontrarse con profesionales de la hostelería que cuidan su trabajo con mimo y esmero. Qué emocionante resulta ver cómo se fijan en el detalle. Cómo les brillan los ojos cuando ven a un cliente contento. Cómo se esfuerzan por mejorar más y más. Qué feliz sale el comensal de una experiencia como la que vivimos en Blue Gallery, un espacio de cocina de autor que busca hacerse un hueco en el panorama culinario de Burgos.

La propuesta del chef Saúl Gómez es sencilla: cocina de calidad, de mercado y en el que el sabor predomina sobre todo. Técnicas de vanguardia se entrelazan con lo más importante de los restaurantes: cocina, cocina y cocina. Y es que si por algo destaca este pequeño local situado fuera del centro turístico de Burgos es por ser una experiencia culinaria que acerca a los comensales a lo que se vive en un restaurante de estrella michelín. Eso así: con precios muy asequibles y el lujo adicional de ser tratados directamente por el chef.
Podría decirse que este pequeño restaurante está impregnado por polvo de estrellas. Su filosofía está más cerca de lo que ocurre dentro de un restaurante de cocina de autor que lo que todo el mundo entiende por ir a un comedor familiar o tradicional.
Estuvimos en Burgos el pasado verano y no pudimos dejar de pasar por Blue Gallery. Saúl nos encontró un hueco pese a avisar casi sin tiempo y fuimos a cenar. ¿Quieres conocer nuestra experiencia en Blue Gallery?
El local
Quizá el punto más flojo de la propuesta de Saúl Gómez es el local. Pequeñito y coqueto, se trata de una especie de pecera de cristales en la que apenas caben media docena de mesas.
Aunque eso se agradece, porque limita el público y permite al chef trabajar su personal fórmula de servicio y puesta en escena, el local carece de una identidad. Es cómodo y agradable, pero quizá sería interesante ver algo más del planteamiento del cocinero en la estética del local, que no parece estar demasiado trabajada.
Es cierto es que esto no es lo más importante de Blue Gallery, pero es importante destacarlo porque pensamos que en este tipo de opciones de restauración todo, valga la redundancia, forma parte del todo.
El servicio

Uno de los placeres de Blue Gallery es el servicio. Pequeño, cohesionado y con muchas ganas de hacerlo bien. Sobre todo destaca la implicación del chef, que desea contar su propuesta y es él, quien en la mayor parte de ocasiones, acude a las mesas a explicar los platos del menú de degustación.
Agradecemos mucho cuando el responsable del local se expone de esa manera. Y en ello se ven las ganas de Saúl por avanzar y evolucionar. Además de resultar evidente su pasión por la cocina, que queda demostrada en la forma en la que presenta e introduce cada parte del menú. Es un verdadero gusto ver cómo el chef camina entre las mesas de su Blue Gallery para atender a todo el mundo.

Recordamos que el precio es bastante ajustado y que es un proyecto que tiene vocación de crecer, por lo que no se puede esperar una atención y trato de estrella. Eso se notó, por ejemplo, en el hecho de que en algunos momentos de la velada el servicio fue algo lento. Aunque, debo decir, en esta ocasión el cariño y el impulso con el que lo hacen deja de lado la exquisitez que se les puede exigir a otros. Sin duda, el planteamiento es honesto: “somos un equipo pequeño y damos el cien por cien”, te dicen con su actitud desde el primer momento. Y eso se nota.
Saúl es un verdadero apasionado de su trabajo. Eligió unos vinos interesantes, quiso escuchar nuestras opiniones y se esforzó todo el tiempo por saber qué nos parecía el menú según este iba evolucionando. Estamos convencidos de que esta actitud lo llevará a convertirse en una referencia en la ciudad, si es que no lo es ya.
El menú
Según vimos en la web de Blue Gallery, el local ofrece distintos menús. Un ejecutivo, de lunes a jueves por la noche y de lunes a viernes a mediodía. Y un menú degustación con 8 pasos, según la web, 6 salados y 2 dulces.
En nuestro caso, optamos por el menú degustación de 8 pasos, al que le sumamos el maridaje corto, que incluye cuatro copas de vino, una cada dos platos. Queremos señalar aquí que la noche que fuimos el menú finalmente fue de siete platos, seis salados y un dulce, pero quedamos saciados.
A partir de esa premisa, todo es una sorpresa. Nuestro menú estuvo basado en su mayor parte en platos de pescado o marisco (4), una propuesta vegetariana, una carne y un postre.
¿Qué comimos en Blue Gallery? El menú comenzó con unos mejillones, cebolla encurtida y espuma de leche de tigre. Desde ahí, otros platos como calmares con pisto en su tinta, una sopa de cangrejo y chile de Singapur o una carne a baja temperatura cocinada durante 48 horas.
Sin duda, es un menú que, aunque variable según el mercado, mantiene siempre una esencia, relacionada con los gustos del chef y con los platos que probamos nosotros. Al menos, así lo hemos podido comprobar en Internet.
Volveremos a Blue Gallery, que también tiene opciones Take Away, a probar otras de las propuestas del chef. ¡Buen apetito!