Después de la última gala Michelin y la revolución de Dani García, que logró 2 estrellas para su Smoke Room con tan solo 6 meses de apertura, decidimos que ya era hora de ponernos manos a la obra y conocer los locales que el chef tiene en Madrid. Así que aprovechamos una mañana de excursiones por los museos más curiosos de Madrid para hacer un brunch en el Bibo Madrid, la propuesta más accesible del cocinero malagueño.
Esta vez, nuestra visita a la capital no era exclusivamente culinaria. Así que, como somos muy fans del Brunch (aquí te hablamos de esta moda en España), reservamos mesa para pasar un par de horas y contaros nuestra experiencia.
El Bibo de Madrid: como en la feria de Málaga

Que la propuesta de cocina del Bibo sea informar y lejos de los menús de Vanguardia no significa que el local deje de estar cuidado. Y eso se nota nada más entrar: te recibe una impresionante barra redonda que reina en toda la sala. Y un mar de estrellas: todas y cada una de las paredes de Bibo están llenas de bombillas, lo que hace que el local sea moderno, llamativo y, desde luego, único.
Cocina vista al fondo y un par de elementos de decoración más hacen que el restaurante se quede grabado en la mente con tan solo entrar.
Nos encantó el concepto. Dicen que la intención del chef es recordar a las portadas luminosas de la feria de Málaga. Nosotros, como no conocemos la fiesta, no lo identificamos como tal, pero eso no es óbice para disfrutar de ello.
Todo este local está vestido por un hilo musical moderno y muy en la línea de los locales de ocio de la capital. La música no nos pareció intrusiva y nos permitía charlar con comodidad, pero daba color al espacio.
El servicio de Bibo Madrid
Algo más fríos nos dejó el servicio de sala. Y queremos hacer un poco de mención a ello. La sensación que nos llevamos durante el brunch era que algunos camareros iban a algunas revoluciones de más: escuchaban té, y se iban por él sin terminar de escuchar que lo queríamos con una gota de leche; les tuvimos que pedir un zumo en varias ocasiones, etc.
Además, resultó un poco lento. Entendemos que en el brunch es complejo, porque la mayoría de gente llega a la vez a las mesas, pero es algo que un local tan rodado debería tener en cuenta esto y dar solución.
No obstante, en el caso del servicio hablamos de luces y sombras, porque otros profesionales sí eran más diligentes. Y en todo momento fueron amables y cordiales, haciéndonos sentir muy cómodos.
¿Cómo es el brunch de Bibo Madrid?
Lo primero que tenemos que decir del brunch del Bibo de Madrid es que debes abstenerte si eres un fan de los brunch más ortodoxos. Los platos están muy ricos y se sale rodando del local, pero no es el típico almuerzo que se ha popularizado en España. Este no es un impedimento ni una pega, pero conviene tenerlo en cuenta para no llevarse sorpresas, si se esperan tostadas, yogures, quesos y bollerías.
Cuatro entrantes, un principal y un postre por 39 euros, bebida incluida. Insistimos en la idea de que la comida es más que suficiente. Nosotros llegamos al plato principal ya ‘cansados’ de comer. Y, sin embargo, no pudimos dejar de tomarlos y dar buena cuenta del postre.
Los entrantes del brunch

Comenzamos con un brioche de rabo de toro. Parece ser un clásico del Bibo y no es para menos: delicado, con una salsa sabrosísima y un tamaño más que adecuado.
Después –aunque en la carta viene en primer lugar– nos sirvieron un guacamole hecho al momento. Preguntan el punto de picante y está bastante conseguido. Fresco, con brotes de cilantro que le dan el ‘punch’ necesario, habitas y algunos detalles más que lo diferencian de otros guacamoles más clásicos, pero sin que el plato pierda identidad.
En tercer lugar llegó un bocatín de mortadela, mantequilla y trufa con rúcula. Más sencillo, y quizá lo que más nos recordó al brunch clásico en el capítulo de entrantes; fue un bocado oportuno por gustoso.
Más desapercibidos pasaron los langostinos crujientes robuchon. Creemos sinceramente que están de más: la albahaca que viste los langostinos pasa desapercibida y estaban un poco grasientos. Eso, sumado al poco sabor del bocado, nos hace pensar que son prescindibles.



¿Un principal para llenar el estómago?
Como decimos, llegados a este punto ya estábamos hartos de comer. Pero no en el sentido negativo: queríamos seguir descubriendo qué nos sigue ofreciendo Dani García en este Brunch diseñado por él.
Cuatro platos tiene la carta dedicada al almuerzo del Bibo de Madrid. A nuestra llegada, los comensales elegimos el que más nos apetece probar, a elegir entre: Burguer de pollo, French Toast, Huevo benedictino con salmón o Huevo benedictino con bacon.
Cayeron los benedictinos de bacon, que nos pareció uno de los platos más ‘de brunch’ de cuantos nos ponían delante. Y, para probar otra cosa, la burguer de pollo.
Primera sorpresa: los platos centrales son enormes. Tanto que no pudimos terminarlos, aunque dimos buena cuenta de ellos.
Los benedictinos estaban al punto y con una bearnesa cremosa y bien equilibrada respecto al resto de los ingredientes. La burguer, hecha de mulos de pollo y empanada, estaba quizá un pelín cruda, pero el pan es francamente delicioso y el conjunto es notable.


El postre y las bebidas del brunch de moda en Madrid
El postre viene determinado por la carta: Nutella para morir. Un bocado consistente en un helado, un bizcocho de coco, un par de cremas y palomitas dulces que nos pareció bastante rico y original; aunque, una vez más, resultó demasiada cantidad para dos personas.
Respecto a las bebidas, el brunch madrileño de Bibo ofrece agua, cafés e infusiones, zumo de naranja y zumo detox. Los cafés y las infusiones que probamos estaban a la altura del local. Y los zumos también, especialmente el detox.

En resumen: valoramos con buena nota (aunque no sobresaliente) esta experiencia de brunch y nuestra primera visita a un local de Dani García. Nos hemos prometido volver para comer o cenar a la carta. Y, por supuesto, ya estamos buscando fecha para cenar en el smoked room.