Edimburgo es una ciudad con un encanto especial y llena de tesoros. La mayoría de ellos son bien conocidos por los turistas (los puedes encontrar en este artículo) pero la ciudad tiene muchos atractivos que no son tan turísticos y pequeños rincones que poca gente conoce. Hoy te vamos a descubrir el Edimburgo alternativo.
Olor y sabor con personalidad propia
Quizá lo que más sorprende al llegar a Edimburgo – ya que no es común encontrar información al respecto- es un olor intenso a cebada y malta procedente de sus fábricas de cerveza. Este olor te envuelve desde que pones un pie en la ciudad. En el centro es menos intenso pero en cuanto te alejas de las arterias principales vuelves a reconocerlo y no lo olvidarás en la vida. Es parte de la inmensa personalidad de la ciudad.
Como hemos visto, el origen de esta particularidad se encuentra en sus fábricas de cerveza por lo que consideramos imprescindible probar la cerveza escocesa. Aléjate de los puntos turísticos y adéntrate en cualquier taberna. Nosotros le hicimos saber al camarero que queríamos probar lo que él recomendase y nos puso un par de rondas de cervezas diferentes a cada uno. Una experiencia imprescindible. ¡Y lo mismo para el whisky!
Rincones desconocidos del Edimburgo alternativo
Cuando fuimos a Edimburgo por segunda vez, aprovechamos para ver puntos de la ciudad menos conocidos. El primero de ellos fue el Museo de Anatomía y fue una inmensa sorpresa.
En este museo es posible encontrar una gran colección de instrumental médico, artilugios confeccionados a partir de restos humanos e infinitas hileras de tarros con piezas anatómicas en formol. Si bien puede no ser apta para los más sensibles, se trata de una de las mejores colecciones de anatomía de Europa y una visita muy curiosa si tienes tiempo.
Este museo depende del Real Colegio de Cirujanos de Edimburgo y está situado en Nicolson Street con Hill Square. Está abierto de lunes a viernes de 12 a 17h y la entrada general tiene un precio de 8.50 euros.

El otro tesoro que descubrimos por casualidad fue el Jardín Botánico. Se encuentra bastante retirado del centro, por lo que no es posible llegar a él por casualidad. Para llegar es preferible coger un taxi o un autobús a Royal Botanic Garden, líneas 8, 23 y 27.
Es impresionante. Un lugar relajado, con muy pocos turistas y de una belleza abrumadora. ¡Las hojas de alguna de sus plantas son más grandes que una persona! De nuevo, si tras las atracciones turísticas obligadas sigues con ganas de investigar te invitamos a disfrutar de este lugar.
Una visita al cementerio
Aunque ésta es un poco más conocida, una visita a Edimburgo no puede dejar de pasar por varios de sus cementerios. Quizá los más impresionantes sean el cementerio de Dean (en Stockbridge, barrio que queda en dirección al jardín botánico) y el cementerio Greyfriars (en el 26A de Candlemaker Row), donde podemos visitar la tumba del famoso perrito Bobby.


Para disfrutar de una bonita vista de este último, recomendamos tomar algo en el ventanal de la cafetería The Elephant’s House, que es conocida por ser el lugar donde J. K. Rowling escribió el primer libro de Harry Potter. Allí podréis descansar un rato sin dejar de contemplar el cementerio a la vez que disfrutáis de una pinta de cerveza escocesa y algo de comer. Una vez allí, ¡no dejéis de visitar el baño!, toda una expresión de amor y admiración a la tan conocida saga mágica.
Seguro que hay millones de lugares mágicos y alternativos en Edimburgo que aún no hemos descubierto y que iremos conociendo en nuestras próximas visitas (que las habrá, y muchas). Perdeos por sus calles y aprovechad para entrar a lugares alternativos, diferentes a los más transitados. Sin duda merece la pena dejarse envolver por esta ciudad y sus misterios.
