Hay restaurantes capaces de ofrecer ‘algo’ que va más allá de lo que pasa sobre la mesa: el contextos, el servicio de sala, la originalidad de la propuesta… Esto es lo que pasa en Masía Bellver, un nuevo restaurante en Benicasim y Oropesa que ofrece un viaje de sabor y experiencias a un mundo de ensueño.
Situado a mitad de camino de las dos poblaciones, bajo la Sierra del Desierto de las Palmas, Masía Bellver llama la atención de los visitantes ya por el entorno en el que el restaurante está ubicado: se trata de un antiguo caserón rodeado de viñedos, algarrobos y almendros que, tras la rehabilitación realizada por el grupo Bellver, se ha convertido en uno de esos parajes gastronómicos a los que hay que ir, sí o sí.

Esto, sumado a un absoluto respeto por el entorno y una convivencia total con la naturaleza –que se trasmite tanto en la estética como en el menú– hacen de Masía Bellver un local al que habrá que seguir la pista y que, si trabaja siguiendo la propia filosofía que defiende, pronto estará en algunas de las principales guías del país.
Solo hay que ver el mimo con el que han decorado la sala o la maravillosa terraza del espacio para darse cuenta de que aquí se apuesta por la gastronomía en todos los sentidos: desde que entras a la masía se te dibuja una sonrisa que mejora cuando te sientas a la mesa y empieza a llegar el desfile de platos.
La cocina de Masía Bellver
Precios contenidos y una estética cuidada son los principales valores de una carta que mira hacia el Mediterráneo para extraer lo mejor de la dieta tradicional del territorio y actualizarla.
No hay mesa que no caiga en la tentación de probar su Pan de coca con el clásico morterito de All i Oli y tomate rallado o el Croquetón de pollo en pepitoria con mahonesa de ají como entrantes, un capítulo de la carta en la que también destaca el atún fresco en escabeche casero… puro sabor y textura.

Más allá de los platos pensados para abrir el apetito, el verdadero interés de Masía Bellver está en los pescados, que cocinan según mercado y enteros para compartir, y en los arroces. Un punto y aparte merecen sus paellas o peroles de arroces huertanos o de meloso ibérico trufado. Pero, sobre todo, nos quedamos con el arroz boca grande, de rape de tripa negra con calamares, que pueden servir meloso o seco, a gusto del comensal.
Un breve capítulo de carnes contiene delicias como el cada vez más clásico chuletón de vaca vieja y, sobre todo, la paletilla de cordero lechal deshuesada: 900 gramos de carne convertida en mantequilla que ofrecen un acontecimiento lleno de sabor al visitante.
Por último, entre los postres no dejamos de recomendar su tiramisú Bellver, una muy respetuosa lectura castellonense del clásico italiano o su tabla surtida de quesos, que recoge algunas de las referencias más interesantes de la zona.
Lo atinado de los puntos y el equilibrio de sabores –que también se puede descubrir en algunos de los menús que ofrecen, tanto para pequeñas mesas como para grupos– hacen que este espacio haya nacido ya convertido como un auténtico clásico de la zona. Este nuevo restaurante en Benicasim y Oropesa promete dar que hablar.